- No aprender de sus propios errores. Los padres tienden a repetir los mismos errores una y otra vez. Esto claro, no es intencional, por ser humanos se dejan llevar por los hábitos aprendidos y modelados en su crianza.
- Decir que no y luego cambiar de parecer. El problema es que si se hace esto a menudo, se le está enseñando a los hijos una lección: “si tus padres dicen que no, tienes que fastidiarlos hasta que digan que sí”. Los niños dominan en lenguaje del chantaje desde muy temprana edad y lo van refinando hasta llegar a adolescentes.
- No escuchar. Cuando alguien nos escucha de verdad, se siente uno bien. El tener una persona que dedique su tiempo a escucharnos nos hace sentir valiosos y nos ayuda a poner en orden nuestras emociones y nuestra forma de pensar.
- No confiar en ellos. Háganles saber que parte de su trabajo es orientarlos, Dígales que los quieren, que confían, abrácelos, bésalos y despídase frecuentemente de ellos.
- Incurrir en forcejeo de poder.
Para esto se debe tener en cuenta:
- Tener un sistema de disciplina que permita brindar herramientas.
- Ofrezca diversas opciones de manera que ayude a su hijo a calmar su necesidad de sentir que tiene el control. Ej.: ¿quieres hacer tus deberes ahora o prefieres no ver televisión después de la cena y hacerlos entonces?
- Haga un esfuerzo consciente para expresar agradecimiento cuando su hijo lo pida. Como no todos los niños son temperamentales y cooperan se les agradece el esfuerzo.
- No vigilar dónde y en qué andan sus hijos.
- Cuando su hijo desee pasar la noche en casa de algún amigo, hable con los padres de este por anticipado.
- Manténgase en contacto con los profesores.
- Sean razonables, esto quiere decir que no los vayan a sobreproteger o a vigilar en cada movimiento.
Escrito por: Gloria Inés Gómez - Psicóloga Profesional.
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